Esta vez me gustaría compartir contigo un cuento de la sabiduría oriental que encierra una gran enseñanza.

Había una vez un profesor comprometido y estricto, un hombre muy justo y comprensivo.  Al terminar las clases de fin de curso, mientras el maestro organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos, y en tono desafiante le dijo:

— Profesor, no sabe lo que me alegro de haber terminado el curso, así no tendré que escuchar más sus tonterías, no tendré que aguantarle más y dejaré de ver su cara aburrida”.
El alumno estaba erguido, con semblante desafiante, en espera de otra respuesta airada de su profesor.   Pero éste respondió:
— ¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, tú lo recibes?
— Por supuesto que no. — Respondió el alumno algo sorprendido.
— Bueno, —prosiguió  el profesor—, cuando alguien intenta ofenderme o decirme algo desagradable está ofreciéndome algo. En tu caso, es una emoción de rabia, de rencor, de odio que puedo decidir no aceptar. Es tu emoción y solo tuya.  Si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo, y yo prefiero quedarme con mi serenidad, mi paz.  Querido alumno, la vida nos da la oportunidad de amargarnos o de ser felices. Tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa. Para ti toda.   Yo no puedo controlar lo que hay en tu corazón, pero sí lo que yo cargo y llevo en el mío.
El alumno, con lágrimas en los ojos, abrazó al profesor, y sin mediar palabra se alejó con una gran lección aprendida.
No importa lo que nos llega de fuera, nosotros escogemos que hacer con ello. Tenemos la capacidad de escoger qué emociones o qué sentimientos queremos albergar dentro de nosotros.
Momentáneamente me pueden «aparecer» determinadas emociones, pero «la forma» que tomen dependerá de lo que yo haga con ellas. Puedo apegarme interpretándolas mentalmente y generando sufrimiento o puedo desapegarme, expresarlas, y soltarlas.
Lo que elijamos ahora, lo tendremos hasta que decidamos cambiarlo y elegir otra cosa. Somos nosotros los responsables de los huéspedes que atendemos y mantenemos en nuestra nuestra casa.
Tenemos total libertad para decidir lo que nos quedamos. ¿Qué tipo de emociones escoges tú habitualmente? ¿Cuál estás teniendo ahora dentro de ti?
¿Y cuántas veces has aceptado la ofensa y el veneno emocional de otros?
No olvides que eres tú, solo tú, quien decide qué hacer con eso que llega. No es lo que te llega, no es lo que ocurre, sino lo que haces con eso que te llega, con eso que ocurre.  Eres tú el que decide aceptar o no ese “veneno” del otro, esas emociones, sentimientos u ofensas del otro.
Mantente atento y haz que de tu fuente (como en la foto) salga siempre agua dulce.
Un fuerte abrazo.
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