¿A qué vas a jugar hoy? ¿A qué sueles jugar habitualmente? ¿Jugamos al juego de la vida?  ¿Cuáles son las reglas? ¿Cómo se juega? ¿Quién me explica o me explicó como se juega? ¿Me lo explicaron» bien»?  ¿Y dónde se juega? ¿Con quién quiero jugar?  ¿Cuándo me toca participar? ¿Y quiénes son mis contrincantes? ¿Juego en equipo? ¿Solo?  ¿Respeto las reglas? ¿O me gusta hacer “trampas”?   ¿Disfruto del juego? ¿Participo pensando en la meta? ¿Soy ganador? ¿Soy perdedor? ¿Me conformo con participar?   ¿Qué hay de mi juego?

La intención de todas estas preguntas es invitarte a la reflexión sobre tu vida, sobre tu propio juego. En realidad, eres tú el que cada día escoge cuál es ese juego en el que participar. O quizá te toca entrar en alguna partida sin querer y ahí sí que no has escogido el juego, pero sí puedes decidir cómo participar, qué tipo de jugador vas a ser y cómo vas a enfocar la partida.

 

Me gusta esta metáfora de comparar la vida con un gran juego: «el juego de la vida».

 

¿Qué pasaría si le diéramos este enfoque de juego a nuestra vida?  ¡Qué relax! Todo dejaría de ser tan dramático, serio, importante, trascendente…

¡No te tomes la vida tan en serio, al fin y al cabo, no vas a salir vivo de ella!

En este juego, a veces, pensamos que todas las reglas nos vienen dadas y que no podemos escogerlas ni cambiarlas. E igual pasa con los participantes de este juego.

 

¡Relativicemos todo y juguemos… solo juguemos!

 

Hagamos todo desde el disfrute personal.  Pregúntate: ¿Estoy gozando, estoy disfrutando con lo que hago, con dónde estoy, con las personas que tengo a mi alrededor?  ¿Me gusta “mi juego”?  E incluso esto también podemos hacerlo con las cosas de nuestra vida que nos nos gustan cambiando nuestra actitud:
¿Cómo puedo hacer para disfrutar, para «jugar» hoy tal como está mi vida?
Aún sin cambios reales en lo de fuera, lo de fuera será diferente, si yo cambio mi actitud y lo «veo» con un nuevo enfoque y significado.

 

Hay veces en las que determinadas reglas nos viene dadas y que no queda otra que aceptarlas, la vida nos pone en ese “juego”, es lo que toca. ¿Y qué podemos hacer?  Seamos prácticos, y digamos amén.  Aceptemos que ese es el “juego” ahora. No perdamos ni un solo minuto en resistirnos a aquello que no podemos cambiar, sólo enfoquémonos en hacerlo lo mejor posible y jugar bien la partida que nos ha tocado. Recuerda: ¿cómo puedo hacer para que mi día hoy sea extraordinario sean cuáles sean mis circunstancias externas?

 

Sí, algunas veces  nos vienen unas cartas maravillosas, y así es más fácil jugar. Otras, no tanto, pero no importa.
Se dice el el buen jugador no es el que tiene buenas cartas, sino el que juega bien las que tiene, aunque no sean las mejores.
Revisa tú juego, revisa las reglas de tu partida, revisa el tipo de jugador que eres, revisa con discernimiento lo que sí se puede cambiar, aquello en lo que sí puedes actuar para que tu “juego” mejore.  Tú y solo tú puedes hacerlo.

 

Puede haber participantes que te ayuden, te acompañen,  que te enseñen a jugar al juego al que has decidido jugar. Otros te harán trampas, otras te traicionarán para ganar la partida.  Cada día hay una nueva partida, nuevos jugadores, nuevas reglas, todo cambia y todo fluye hasta el día que llegué el game over.

 

Y tú ¿cómo lo haces? ¿a qué vas a jugar desde ya? ¿qué tipo de jugador quieres ser en la partida de tu vida?
Share