Según la wikipedia, la zona de confort es un estado de comportamiento en el cual la persona opera en una condición de «ansiedad neutral», utilizando una serie de comportamientos para conseguir un nivel constante de rendimiento sin sentido del riesgo.
En psicología, la zona de confort designa un estado mental en que el individuo permanece pasivo ante los sucesos que experimenta a lo largo de su vida, desarrollando una rutina sin sobresaltos ni riesgos, pero también sin incentivos. Esto puede causar dificultades psicológicas tales como apatía y, en casos graves, depresión, si bien esta última enfermedad no puede ser explicada simplemente por los síntomas relacionados con la zona de confort.
También se define como zona de confort a cada uno de los lugares o situaciones donde un individuo se siente seguro, donde no existe riesgo alguno. ya sea en su hogar o lugares que su mente interpreta como potencialmente bajo de riesgo, esto causa una dependencia a ciertos lugares y no nos permite conocer otros escenarios productivos para la vida.
Y en el ámbito del coaching, se conoce como zona de confort al conjunto de límites que, sutilmente, la persona acaba por confundir con el marco de su íntima existencia.
Para mi, la zona de confort es es esa zona en la que te encuentras cuando no pasa nada, cuando no tienes fracasos ni nada que te altera, pero tampoco éxitos ni crecimiento. Cuando estás en ella, estás cómodo, pero sientes que estás estancado y que no avanzas en la vida.
¿Te suena todo esto? A mí sí. He sido adicta a la zona de confort, pero escogí hace algún tiempo arriesgar y salir. ¡Fue una decisión genial! Porque empiezan a pasar cosas interesantes y te sientes más en coherencia con lo que eres.
¿Qué cuesta salir? Pues claro. A mí y a todos. Pero vale más el dolor de salir de ella, que el dolor que sientes cuando pasa el tiempo, no haces nada ni sucede nada y tienes un montón de planes para ti en tu mente.
Además ese es uno de los secretos de la felicidad:
Carl Jung dice que la felicidad es «consciencia de evolución, darte cuenta de que creces y te desarrollas». (Y eso solo sucede cuando arriesgas y haces cosas nuevas).
Te comparto el siguiente post de la web www.emprenderyvivir.com, de Diana Rebollar, en el que ha reunido a 11 bloggers para hablar sobre esta zona de confort. He tenido el privilegio de colaborar contando mi propia experiencia. Te animo a que lo leas para que veas que en el fondo todos somos iguales y que a todos nos cuesta y duele avanzar. Pero para que también veas, que merece la pena correr el riesgo. ¡Mola mucho!
¿Crees que al perro de la foto de arriba le pasan muchas cosas ahí tumbado?
Te añado también aquí un vídeo que a mí me encanta para conocer un poquito más sobre la zona de confort:
Después de todo esto… ¿qué «riesgo» vas a correr hoy que te haga crecer? ¿Me lo cuentas en los comentarios?
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